CCAM | VESTIGIOS. Obra de Saúl Huerta

VESTIGIOS. Obra de Saúl Huerta

7 de diciembre de 2022 al 30 de marzo de 2023 – Sala 2

1990 fue el año que dio inicio a esta maravillosa iniciativa, donde todas las artes convergirían en un solo lugar. Un camino que se emprendió con firmes pasos hacia la construcción de un proyecto con pilares sólidos, donde cada uno de los protagonistas y creadores de esta magnífica idea lograran llevar a cabo, con distinguida solidez y atinada percepción, una idea que se transformaría en realidad y que llegaría a nuestra hermosa ciudad de Caracas para volverse parte de la vida cotidiana de todos sus habitantes.

Y es que nos llena de gran satisfacción ser parte del Centro Cultural BOD, una institución que ha dejado un legado invaluable a nuestra historia cultural, llevando siempre a sus espectadores una filosofía de arraigado talento humano, que proviene de la dedicación de cada uno de los artistas que han pasado por estos espléndidos espacios y que han dejado una profunda huella en nuestras vidas.

Un espacio que se ha nutrido de voces, melodías, colores, texturas, formas y que florece para elevarnos como seres humanos a un plano de encuentro con experiencias que permiten iluminar con destellos de felicidad a cualquier ojo en búsqueda de nuevas sensaciones y que en conclusión se transforman en el más puro y genuino alimento para el alma.

Hoy, como siempre, confirmamos la continuidad del compromiso que hemos asumido responsablemente con nuestro país y nos llena de orgullo tener la oportunidad y el privilegio de hacerlo, celebrando el cierre del ciclo expositivo del año 2022 de la mano del Maestro venezolano Saúl Huerta, Premio Nacional de Artes Plásticas 2015. Vestigios es una exposición que viene cargada de una energía poderosa, que consta de 24 piezas que reflejan un espíritu inquieto, que invita a admirar con lenguaje expresivo, laboriosas técnicas, detalles de especiales acabados y minuciosos trazos que dejarán cautivados a sus espectadores.

Me complace darles la bienvenida al Centro Cultural y a nuestra Sala de Exposiciones, recientemente renovada para el deleite del público.

Mil gracias por acompañarnos.

María Beatriz Hernández de Vargas
Presidenta Ejecutiva
Fundación Centro Cultural BOD


El arte es un compromiso entre la mirada y la memoria. Pero los ojos y el recuerdo no siempre reconocen de inmediato aquello que le es propio. Las imágenes del pasado pueden borrarse si el presente no las convoca o si la ausencia o la ceguera propician el olvido. La obra de Saúl Huerta, transcurre a la vez en esos dos momentos: el pasado, con la experiencia artística en la que se ve reflejado, y ese otro, que es puro presente; siendo estos los rasgos más atractivos del mundo que ha creado, al trascender el tiempo y el espacio, fundiendo en sus imágenes huellas que abarcan la historia plástica nacional y latinoamericana. 

Así, Huerta en su trayectoria artística, ha atravesado la destreza del diseño, la gráfica, el dibujo y el culto por la pintura. Dibujante, en la década de los ochenta, cuando aparecían paisajes poblados de extrañas creaturas que habitaban sus trazos, sumamente elaborados, de lenta y escrupulosa gestación; la gráfica, también, siempre con el fondo de ese desierto grisáceo semioculto por una delicada neblina, aparecía en ese mundo mítico, que desde hace años es el gran protagonista de sus telas. Y para alguien que ama las culturas primigenias, ese horizonte se convierte en un concepto. En las pinturas actuales, obras realizadas con acrílico, resina y óleo, de enigmática y compleja abstracción, de donde emergen tonos oscuros, trazos, líneas, colores que reflejan luz, suponen la existencia de algo previamente dado.

Aglomeración, un compuesto, una cristalización, de lo que hoy es su pintura. Las líneas parecen reflejar cierta forma territorial, o una relación de caminos de circulación; tienen ecos en la producción gráfica del pasado. El color puro y simplemente, el color solo modificado por su relación con otros colores en acoplamientos en los que la intervención de la línea y el plano es la mínima posible. Esas marcas ahora adquieren la fuerza del signo primordial, el de nuestras identidades. Lo que alude como vestigios es materialmente huellas, memorias de la cultura plástica, y la de su propia historia visual. La obra de Saúl Huerta, toda, está amarrada al tiempo para que vuelva a florecer aquí, bajo los vestigios del pasado visual y cultural.

Elida Salazar
Curadora

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